En Barcelona, mi debut, esta norma no escrita no podía fallar: En el Medio Maratón de Gavà, justo 3 semanas antes del Maratón, sufrí una fuerte contractura en el gemelo derecho que me hizo tener que pararme a estirar en el kilómetro 15. Pese a ello, y debido a la inexperiencia, seguí corriendo llegando a hacer mi mejor marca en esta distancia, pero dejando el gemelo muy dañado para poder disputar mi primer maratón. Grave error. Después de 3 semanas de reposo casi absoluto y 10 sesiones de fisioterapia, me presenté en la salida del maratón de Barcelona con la preocupación de la lesión unida a los nervios del debut.
Ya habíamos recogido el dorsal el día antes, junto a la camiseta de obsequio de la marca ADIDAS y algún detallito más. Lo mejor de Barcelona es, sin duda, la zona de salida y llegada: La fuente mágica de Montjuïc. El ambiente, aún con reminiscencias de los JJOO del 92, es espectacular y la salida por oleadas, desde la Avda. María Cristina, son un regalo. Por lo demás, se trata de una maratón bastante sosa. Entendámonos, la maratón de Barcelona ha crecido exponencialmente en los últimos años, la buena organización y lo asequible del recorrido (muy lejos de aquellos años en que se acababa en el Estadio de Montjuïc) hacen que mucha gente, en especial gracias al turismo, elija este maratón. Sin embargo, el ambiente en las carreras populares de Barcelona, desgraciadamente, nunca es muy elevado y sólo, gracias a la cantidad de turistas y familiares que venían a animar a corredores de fuera, se consigue generar el verdadero ambiente de maratón durante varias fases de la carrera. Ello, unido al paso por los lugares emblemáticos de la ciudad, salvan la cantidad de kilómetros que se recorren por Pueblo Nuevo, el nuevo tramo de la Diagonal y parte de la Ronda Litoral que desaniman bastante a los corredores.
En cuanto a mis sensaciones, muy pronto tuve recuerdos de mi lesión en el gemelo derecho y justo pasado el kilómetro 5 me empezó a molestar. Ya no me abandonó en todo el recorrido, llegando a contracturarse de tal manera que, después del maratón, estuve varias semanas sin poder correr hasta recuperarme del todo. Las novatadas que pagué fueron, sobre todo ,en relación al avituallamiento personal. Mi mujer me tenía que ver en el kilómetro 12 y entregarme el primer gel energético y justo yo pasé por el lado contrario al que ella, con dificultad y entre la gente, se había podido colocar. En el kilómetro 25 nos volvimos a ver pero tampoco me pudo entregar el gel correspondiente, así que pasé el temido muro gracias a los trozos de plátano que daba la organización en el Km. 28. Mis peores momentos aparecieron en el kilómetro 36, justo después de atravesar el Arco del Triunfo, donde el cansancio me estaba ganando la batalla… mi ritmo caía en picado y sólo gracias al apoyo familiar, pude recuperarme. El primero en aparecer fue mi padre, que me alentó en esa parte dura de la carrera y, después de pasar el kilómetro 39, con mis piernas negándose a seguir corriendo, sólo saber que en apenas 3 kilómetros estaba la meta con toda la familia esperando, me empujó a continuar, despacio pero sin parar hasta llegar a la última curva en Plaza España que me encaraba a la meta justo bajo la Fuente Mágica de Montjuïc.
Al girar, oí a mi familia gritarme y apareció mi hija Almudena que se agarró a mi mano, como teníamos planeado para cruzar juntos la meta. Fueron unos momentos increíbles, los mejores 195 metros finales que se pueden tener.

Sólo 2 meses después, ya me había inscrito en el maratón de Florencia.
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