13 de abril de 2019

XVIII. MARATÓN DE ROMA 07/04/2019 (3h 45' 15")

Para empezar 2019 y, después de tanto viaje largo, la idea era hacer un viaje asequible y atractivo. Para ello, nada mejor que la ciudad eterna: Roma. Tanto el viaje, como el hotel y el dorsal (aunque son exigentes con el reconocimiento médico) son sencillos de gestionar.
Era mi primera vez en Roma, así que el sábado no iba a ser de descanso. Con el turismo que acoge ahora la ciudad, hay que llevar las entradas compradas para Vaticano, San Pedro, Coliseo, etc. Así que el sábado, desde las 8 am, lo pasamos de turismo intenso recorriendo toda la ciudad (mayoritariamente a pie), comiendo una pasta excepcional en el Trastevere y llegando una hora antes del cierre a la Feria del Corredor. Es una Feria grande, pero modesta. Sin muchas alegrías y en un sitio algo alejado de la ciudad.

Esa noche, como siempre, no dormí mucho. Llegamos tarde al hotel. Pero al menos descansé algo mis agotadas piernas. Después de desayunar, me dirigí caminando a la salida situada el Coliseo. Había llovido y amenazaba más, así que al llegar cerca de la salida muchos corredores se refugiaban en las carpas de los bares cercanos a los cajones de salida. A media hora del inicio, empezó a llover fuerte y, minutos después, nos dirigimos a los cajones. Fueron minutos largos mojándonos, así que la carrera empezó con todo el mundo empapado, sobre todo los pies.

El maratón de Roma no tiene un recorrido complicado. Es cierto que las continuas subidas y bajadas de la primera media maratón, saliendo de la ciudad y, los adoquines, son algo molestos. Pero el recorrido es entretenido y, salvo del Km. 20 al 30 que se aleja de zona concurridas, recorre las mejores partes de la ciudad.

Esta vez y, visto mi poco nivel de entrenamiento, me puse a ritmo de 3h 50`, aprovechando una liebre y, aunque se me hizo muy largo, casi eterno, fue la mejor decisión. Corrí cómodo, muy pendiente de las posibles molestias en el psoas, sin alargar la zancada y esperando a los kilómetros 16 y 38 donde me esperaban las chicas. El resto del camino lo pasé disfrutando del ambiente y monumentos de la ciudad que se recorren desde el kilómetro 32. Una maravilla: Piazza España, Piazza Navona, etc.

Entre el 39 y el 40 ,sufrí un fuerte bajón que me obligó a reponer fuerzas en el último avituallamiento con fruta y bebidas energéticas, para recuperar la marcha y poder superar con éxito el kilómetro 41; una larga cuesta que te lleva al Coliseo. Una vez en lo más alto, hay un descenso hasta la llegada final al otro lado del Coliseo que te permite llegar fuerte con las escasas fuerzas que te quedan. Una entrada triunfal en una ciudad colosal para celebrar el nuevo éxito de terminar una prueba tan dura.

Hay veces, por no decir siempre, que la cabeza y la experiencia son más decisivas que las piernas para acabar una prueba tan larga. Este fue un ejemplo más.

Próximo reto: Goald Coast (Australia)

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